Los palos del flamenco: algunas cosas que necesitas saber
Escuchar un compás, un soniquete, un zapateado. Sentir el flamenco. El arte jondo es arte, valga la redundancia, y como tal es pasión. Una pasión que puede ser desmedida, pero no por ello falta de técnica o teoría. El flamenco es cante, baile y toque. Y dentro del cante cobran vida los palos. En este artículo nos movemos al componente más teórico de este género artístico para dilucidar y desgranar algunas cuestiones básicas que necesitas saber sobre los palos flamencos.
Empecemos por lo básico: ¿qué es un palo flamenco? Se denomina palo a cada uno de los estilos del cante. Con esta nomenclatura se hace referencia a las diferentes modalidades que existen. Se suelen clasificar según su procedencia, su métrica o si lleva algún tipo de acompañamiento de baile o guitarra, por ejemplo.
Por norma general se suele diferenciar entre cantes básicos, fandangos y derivados y otros palos con influencias geográficas concretas. Estos palos flamencos están compuestos de una estructura definida con una parte fija y otra variable. Si bien la fija hace que los diferentes artistas puedan ir a la vez, lo que se denomina al compás, la parte variable se refiere a la improvisación.
Si nos ponemos a contar el número de palos que existen tardaríamos bastante. Además, dadas las variantes, es sumamente complicado dar una cifra con exactitud. Aunque sin duda, existen más de cincuenta estilos diferentes. Entre los más conocidos están aquellos que acompañan al baile.
«Se denomina palo flamenco a cada uno de los estilos del cante: soleá, seguiriya, bulería, fandango, alegrías, tango… Se suelen clasificar según su procedencia, su métrica o si lleva algún tipo de acompañamiento de baile o guitarra, por ejemplo»
Uno de los palos más populares es el fandango, posiblemente el primer palo que existió. Era el más usado allá por el siglo XVII en España y ha evolucionado mucho con el tiempo hasta el punto de incorporar numerosos instrumentos, como la bandola, o acompañar bailes. Por ello, de él han nacido otros como las malagueñas o fandangos malagueños, la granaína, el taranto o la jaberas. El origen del fandango es una mezcla entre árabe y portugués, con un compás que te traslada al fado lisboeta, teniendo en la actualidad a Huelva como una de las provincias destacadas del fandango.
Pasamos a la soleá, que como su propio nombre indica es uno de los palos más solemnes y profundos. Sus letras suelen estar cargadas de emoción y mucho sentimiento, y quizá sea el que tenga un estilo que ha conservado casi intactos los valores del arte jondo, tanto por su tonalidad y su melodía como por su compás, una mezcla de un 6/8 y un 3/4.
Si queremos destacar un palo festero tenemos a las bulerías la cabeza. Alboroto y algarabía son dos de sus principales características y será raro que haya un fin de fiesta que no termine por bulerías. Es uno de los más reconocidos por el público en general, aunque no sean especialistas. Su compás es igual que la soleá pero mucho más rápido. Luego están las bulerías por soleás, con un ritmo más sosegado.
No nos movemos de la fiesta para hablar de las alegrías. Un estilo alegre y ligero, que incita mucho al baile. Es el contrapunto a la soleá y pertenece al género de las cantiñas. Cerramos el apartado fiestero con las sevillanas, posiblemente el baile flamenco más popular en el planeta. Se baila en pareja y no falta en ninguna feria que se precie.
Otro de los palos básicos que no deben faltar en este listado son los tangos. No terminan de ponerse de acuerdo los expertos en si es de origen afrocubano o americano. Es también festero y posiblemente se asocie al baile más antiguo. Sus modalidades son variadas, destacando los tangos de Granada, Cádiz, Triana, Jerez y Málaga. Se denomina tiento cuando el tango se hace más lento.
«Saber diferenciar los palos no es nada sencillo. Es un aprendizaje que requiere no solo tiempo y esfuerzo, también tener oído musical. Muchos de los palos se agrupan en familias y pueden parecer similares, pero hay que prestar atención al compás y al golpe o acento musical»
Finalizamos con las seguiriyas, que encierran una importante carga sentimental de tristeza y dolor. Surgieron en Cádiz y Sevilla, de forma más concreta en Jerez de la Frontera y el sevillano barrio de Triana como sus máximos exponentes. Seguramente sea la modalidad más cercana al cante jondo con un baile solemne, sin florituras y repleto de emoción.
Vamos ya con la parte de sacar nota. La de saber diferenciar los palos. No es nada sencillo y es un aprendizaje que requiere no solo tiempo y esfuerzo, también tener oído musical. Muchos de los palos se agrupan en familias y pueden parecer similares, pero hay que prestar atención al compás y en el golpe o acento musical. Controlando esto sabrás al dedillo qué palo están cantando.
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